Con la que esta cayendo son pocos los afortunados que pueden salir a comer frecuentemente fuera de casa. Por eso quiero inaugurar esta sección. La he denominado "Hoy nos quedamos en casa" y en ella iré incluyendo recetas de aquellos platos que solemos comer mi familia y yo los fines de semana.
He decidido empezar por un arroz con pollo y salchichas porque creo que el arroz, en sus múltiples variantes es el plato de domingo por excelencia, estupendo como excusa para reunir a la familia y pasar un rato agradable. Además es una receta económica y que acompañado por una ensalada y un vino rosado fresquito no desmerece a cualquier comida en un restaurante.
Tengo que decir que la receta no es mía. En mi casa quien se encarga del arroz, y con mucho arte, es mi padre. También se ha currado la receta y las fotografías por lo que yo solo me he encargado de traspasarla al blog y de dar fe del magnífico resultado.
Sin mas, espero que se animen y me digan como les ha quedado.
He decidido empezar por un arroz con pollo y salchichas porque creo que el arroz, en sus múltiples variantes es el plato de domingo por excelencia, estupendo como excusa para reunir a la familia y pasar un rato agradable. Además es una receta económica y que acompañado por una ensalada y un vino rosado fresquito no desmerece a cualquier comida en un restaurante.
Tengo que decir que la receta no es mía. En mi casa quien se encarga del arroz, y con mucho arte, es mi padre. También se ha currado la receta y las fotografías por lo que yo solo me he encargado de traspasarla al blog y de dar fe del magnífico resultado.
Sin mas, espero que se animen y me digan como les ha quedado.
Ingredientes:
Pechuga de pollo.
Salchichas frescas.
Ajos.
Pimientos.
Tomate natural triturado.
Limón.
Arroz.
Agua.
Aceite.
Sal.
Azafrán o colorante.
Limpiar la pechuga (ya te la venden separada del pollo y sin hueso) de los restos de grasa y cartílagos que puedan quedar. Trocearlo (el tamaño según gustos, a mi me gustan pequeñitos pues cogen mejor el aliño). Salarlo y a una fiambrera.
Machacar en un mortero un diente de ajo con algo de sal, añadir el zumo de un limón exprimido, mezclar y lo echamos sobre el pollo:
Se deja aquí mientras realizamos las siguientes tareas.
Las salchichas se cortan en trozos pequeños (se pueden quitar la tripa al cortarlas) y en una sartén se rehogan a fuego lento para que suelte la grasa, que se va eliminando. Este paso es totalmente prescindible e incluso se pueden poner las salchichas enteras.
En otra sartén, con aceite de oliva, un poco más de que cubra el fondo, ponemos los ajos (pelados claro), cortados en rodajas finas, a freír, a fuego lento, hasta que estén dorados:
Retiramos los ajos con una espumadera y en el aceite que queda freímos los pimientos, cortados en trozos medianos, tras haberlos limpiados de las pepitas internas. De nuevo fuego lento, tapando la sartén con una tapadera para que no salte y te ponga perdida la cocina (igual con el tomate que estos son peores) hasta que se pongan tiernos y el aceite verdoso:
Retiramos con una espumadera, escurriendo bien el aceite, para que quede para el siguiente paso, los pimientos y vertimos el tomate natural triturado. Añadimos sal (no te pases que después puedes corregirlo) y un poco de azúcar para quitarle la acidez. Hay que ponerlo a fuego lento (paciencia), “pof, pof, pof”, hasta que se vaya consumiendo el agua y quede espesito. En este momento hay que probarlo y rectificar de sal (añadir si esta soso) y azúcar (si está acido). Removerlo y dejar que hierva un poquito para que la coja. Habrá “escupido” el aceite que hay que retirarlo (con una cuchara o escurriéndolo directamente de la sartén) para que no quede aceitoso:
Una vez retirado el aceite (guárdalo para otros guisos) y a la misma sartén, sobre el tomate se vierten las salchichas y el pollo con el limón y se deja cocer un rato para que ligue. Una vez hierva se pasa a la cazuela donde se va a hacer el arroz (mejor si es ancha y plana):
Hay que medir el arroz, un vaso por cada dos comensales, agregando otro de propina por si hay más hambre. También el agua, doble cantidad que de arroz (si tres vasos de arroz, seis vasos de agua). En el mortero donde hemos machacado el ajo, ponemos un poco de sal y añadimos el azafrán, machacamos, mejor añadiendo unas gotas de agua. Cuando este machacado, del agua que hemos medido, añadimos al mortero, revolvemos y añadimos a la cazuela. Repetimos la operación hasta que quede el mortero limpio de amarillo. Si usas colorante directamente al agua (con tiento):
El resto del agua lo añadimos a la cazuela y al fuego; en cuanto que empiece a hervir (Fig. 1), añadimos el arroz y ponemos a fuego medio, tapándola pero no del todo para que salga el vapor. Movemos de vez en cuando el arroz para que no se pegue. Cuando quede poco líquido (Fig.2), bajamos el fuego y tapamos del todo la cazuela. Una vez quede seco el arroz (Fig. 3), probamos: si está muy duro añadimos un poco de agua y si está entero pero tierno, apagamos y dejamos reposar cinco minutos.
Figura 1 |
Figura 2 |
Figura 3 |
El retirar los pimientos debe ser para que los niños no se lo encuentren ¿no?
ResponderEliminarPara los niños o los mayores, depende del gusto de cada uno...
ResponderEliminarOtra posibilidad es triturar (batidora en mano)todo el sofrito, así lleva toda la sustancia y no se distingue nada de los ingredientes.
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