C/ Puigcerda, 4ºB
28001 - Madrid
Telefono: 91 431 06 47
http://tabernalosgallos.com/
Ayer volví a cenar en esta taberna, recientemente reformada y tengo que decir que salí con un sabor agridulce. No era la primera vez que iba, el año pasado fui dos o tres veces, pero hacía tiempo que no volvía.
Fuimos dos parejas, nos dieron mesa en la segunda planta porque llamamos esa misma tarde y el restaurante ya estaba lleno. Este comedor ha ganado en encanto y ha perdido en espacio ya que desde la reforma, que aun no está terminada, se ve la cocina a través de una cristalera, por lo que no te llegan los olores y es curioso ver tantas personas trabajar en un espacio tan reducido.
Nos comentaba la camarera que han tenido que ampliarla porque tenían problemas con los tiempo entre plato y plato y la han agrandado ganando espacio al comedor.
El ambiente es joven, grupos de amigos y parejas se reparten por las cuatro salas del restaurante. La decoración es moderna y sencilla, predominando los tonos claros, todo esto hace que el ambiente sea muy agradable.
La comida es sencilla, cocina andaluza, pescadito frito, entrantes sencillos y alguna carne componen la carta. Nosotros decidimos comer de raciones y así probar de todo un poco, cada uno eligió un plato. Pedimos ensaladilla, espárragos trigueros, mejillones con cerveza a la mostaza y terrina de foie.
La ensaladilla no está muy buena, sin más, los espárragos estaban ricos, el foie correcto y los mejillones para mí lo mejor, la salsa estaba para untar pan. La cantidad de las raciones algo escasa, sobretodo en la ensaladilla y el foie.
Como nos quedamos con hambre pedimos unas croquetas, mitad de espinacas, mitad de jamón que estaban muy ricas y de postre gula de chocolate y mus de cheesecake, el primero bastante mejor que el segundo.
Para beber una botella de Beronia vino que ya conocíamos todos y alguna que otra cerveza.
La sobremesa la terminamos con unos gin-tonics y la alargamos tanto que ya estábamos solos en el comedor aunque habíamos llegado los primeros.
La cena fue muy agradable, por la compañía, la decoración y la simpatía de las camareras, la comida estuvo correcta y la cuenta bastante inflada para lo que comes, me da la sensación que estas pagando el barrio donde está y la gente que se mueve por este tipo de sitios. También me pareció que los precios habían subido desde la última vez que fui, creo que la reforma la estamos pagando entre todos, algo muy habitual en este país. En definitiva un lugar donde dejarse ver mas que una casa de comidas y eso lo notas en la cuenta.
Ayer volví a cenar en esta taberna, recientemente reformada y tengo que decir que salí con un sabor agridulce. No era la primera vez que iba, el año pasado fui dos o tres veces, pero hacía tiempo que no volvía.
Fuimos dos parejas, nos dieron mesa en la segunda planta porque llamamos esa misma tarde y el restaurante ya estaba lleno. Este comedor ha ganado en encanto y ha perdido en espacio ya que desde la reforma, que aun no está terminada, se ve la cocina a través de una cristalera, por lo que no te llegan los olores y es curioso ver tantas personas trabajar en un espacio tan reducido.
El ambiente es joven, grupos de amigos y parejas se reparten por las cuatro salas del restaurante. La decoración es moderna y sencilla, predominando los tonos claros, todo esto hace que el ambiente sea muy agradable.
La comida es sencilla, cocina andaluza, pescadito frito, entrantes sencillos y alguna carne componen la carta. Nosotros decidimos comer de raciones y así probar de todo un poco, cada uno eligió un plato. Pedimos ensaladilla, espárragos trigueros, mejillones con cerveza a la mostaza y terrina de foie.
La ensaladilla no está muy buena, sin más, los espárragos estaban ricos, el foie correcto y los mejillones para mí lo mejor, la salsa estaba para untar pan. La cantidad de las raciones algo escasa, sobretodo en la ensaladilla y el foie.
Como nos quedamos con hambre pedimos unas croquetas, mitad de espinacas, mitad de jamón que estaban muy ricas y de postre gula de chocolate y mus de cheesecake, el primero bastante mejor que el segundo.
Para beber una botella de Beronia vino que ya conocíamos todos y alguna que otra cerveza.
La sobremesa la terminamos con unos gin-tonics y la alargamos tanto que ya estábamos solos en el comedor aunque habíamos llegado los primeros.
La cena fue muy agradable, por la compañía, la decoración y la simpatía de las camareras, la comida estuvo correcta y la cuenta bastante inflada para lo que comes, me da la sensación que estas pagando el barrio donde está y la gente que se mueve por este tipo de sitios. También me pareció que los precios habían subido desde la última vez que fui, creo que la reforma la estamos pagando entre todos, algo muy habitual en este país. En definitiva un lugar donde dejarse ver mas que una casa de comidas y eso lo notas en la cuenta.
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